Amores de verano

Hacía solo tres meses que los extraterrestres estaban entre nosotros y ya podían considerarse terrestres. Mi vecina Marga, con la que suelo ir a natación, se había echado de novio a uno guapísimo que se llamaba Wrftv y luego yo fui la segunda cuando me lié con Eueio, un tipo simpático y muy deportista. Ibamos las dos por la calle presumiendo y cantando: 'llegaron del cielo y con ellos vimos el cielo aquí en la Tierra ellos amaron la tierra'. Los dos, el de las consonantes y el vocalista tenían buen oído y al ser nosotras autóctonas consiguieron la terrestridad que les daba derecho a casi todo. Eran muy intuitivos, siempre adivinaban nuestros  deseos y se apresuraban a satisfacerlos. Nos prometieron amor para toda la vida pero una mañana volvieron las naves y se marcharon. Nos quedamos desaladas Marga y yo, como dulces pero deprimidas. Por las noches mirábamos al cielo en busca de señales, a mi me parecía ver alineaciones de estrellas en forma de corazones brillantes. Luego miraba también mi dedo donde Eueio había deslizado la sortija con un precioso e inmenso diamante que me lanzaba destellos. Con el tiempo supe que, a través de una introspección, podía colarme dentro. Y allí nos vimos de nuevo mi loco extraterrestre y yo. Y, otra vez nos besamos y nos amamos.

Laia