A la porra

Tiramos palante por la carretera que lleva a La Porra. Toñete no apartaba la vista de su libro en la parte de atrás del coche, joder Toñete te ha dado fuerte con el Carpentier, tu coges un temita y no hay quien te pare, este es el Toñete y sus anteojeras, uuuuuh. Mira Toty, no me toques los huevos. Joder, Toñe, ya te lo he dicho, me parece de puta madre que te colgaras con Paul Auster y la aventura del tipo ese en su Saab rojo, era cojonuda, pero esta literatura barroca del cubano, no la soporto. A ver, gilipollas, escucha esto: Esta noche he visto alzarse la Máquina nuevamente. Era, en la proa, como una puerta abierta sobre el vasto cielo que ya nos traía olores de tierra por sobre un Océano tan sosegado, tan dueño de su ritmo, que la nave, levemente llevada, parecía adormecerse en su rumbo, suspendida entre un ayer y un mañana que se trasladaran con nosotros. Si esto no te engancha es que eres un tarado. Llegaron a La Porra donde pensaban asaltar la sucursal de un banco pero antes decidieron desayunar en el BMW, el único bar del pueblo. Toñete seguía con su libro, entusiasmado: para ya Toñete, ¿qué quieres? Una porra, no te jode, que puede quererse en este puto pueblo, una vasta porra como un vasto océano. El Cubas fue a la barra a pedir los cuatro desayunos, cuando nos dio la espalda pudimos ver el pistolón sujeto por la parte de atrás del cinto, los clientes del bar lo comentaron entre risas: otros capullos que vienen a asaltar la sucursal. Se descojonaban, uno de ellos se dirigió a nosotros y dijo: ¡están escurridos, no tienen un puto euro, esta semana los han asaltado cinco veces!, más risas: ¿hay wifi en este pueblo o solo hay porras? Tenemos wifi y putas, dijo Elvira, la dueña del BMW. Con el wifi me basta, pon un poco de puta música, si tienes. Después de secar cuidadosamente los vasos, comenzó a sonar Almost blue, en versión de Chet Baker. Esto es la hostia: ¿qué hacemos ahora? Edgar estaba chateando en su iphone, colgado como siempre en la Red Privada de Amigos. Las personas no cambian, algunas sí lo hacen, depende de su fortaleza para desestructurarse y pasar luego por la dura fase de la anoia, perder sus apoyos, los hábitos, las manías, las adicciones, quedarse en blanco. Y, sobre todo, cambian debido a las influencias de otras personas a las que de pronto conocen y les agrada su mirada diferente, su especial y hasta ese momento desconocida sabiduría para afrontar la vida. Por los altavoces del BMW se escuchaba la sensual voz de Sarah Menescal, Dont Speak. Me mata.

Kimi